El corredor italiano dejará el Mundial de MotoGP a los 42 años y después de 26 temporadas en activo en las que logró hacer del motociclismo un deporte de masas.
Valentino Rossi, el piloto que hizo del motociclismo un deporte de masas, el más popular de la parrilla, mito viviente, se retirará al final de la temporada, cuando culmine con una última carrera en Valencia, a mediados de noviembre, una vida llena de éxitos, adelantamientos y celebraciones que son ya historia del Mundial de motos. Así lo ha anunciado el propio deportista en una conferencia de prensa especial convocada este jueves en el circuito de Spielberg, donde este fin de semana se celebrará el GP de Estiria. “He decidido parar a final de año. Esta será mi última temporada. Se me hace duro, me hubiera gustado competir otros 25 años, pero no es posible”, se arrancó.
El corredor italiano, de 42 años, pondrá en el circuito de Cheste, dentro de unos meses, el broche final a 26 años en el campeonato del mundo. 26 años en los que ganó nueve títulos –uno en 125cc, uno en 250cc, otro cuando todavía se rodaba en motos de 500cc y seis más ya con las MotoGP, categoría que dominó como nadie en la década de los 2000– y en los que atrajo las miradas de medio mundo con su carisma y su simpatía, con su maestría al manillar y su excelente dominio de la escena.
Hace años que se le considera una leyenda. Porque le conocimos con espinillas y hoy se sube a la moto pitando ya alguna cana. Le hemos visto con el pelo rapado y con los rizos al viento. Hasta rubio platino. Con una gallina de paquete en la moto. Y en el podio, con la camiseta albiceleste de Maradona y el 10 en la espalda. Flashes para una vida con la que consiguió enganchar a mucha gente a las carreras. “Esa es la diferencia entre yo y todos los otros grandes pilotos del mundial. Por alguna razón muchos seguidores de MotoGP no hubieran conocido las motos de no ser por mí. Al inicio de mi carrera encendí la chispa y logré movilizar a muchos fans. Todavía no sé muy bien por qué”, confiesa. Al tiempo que admite que no siempre convivió en armonía con esa sensación de sentirse observado en todas partes. “Todavía hoy, que no gano ni una carrera, hay gente que se acerca a mí emocionada, que se pone a llorar”. Pero, ¿por qué lloras?, les dice un Rossi ya maduro, al que ahora sí le gusta sentirse querido.
Rossi, que ganó su primer título en la categoría reina con el equipo Honda –en 2001 y con la última 500cc– y que tres años y tres coronas después de aquello logró hacer campeona a Yamaha, no sube al podio desde el gran premio de las Andalucía del año 2020. “En todos los deportes los resultados son los que marcan la diferencia”, señaló este jueves, como había dicho tantas otras veces este año. Su último triunfo lo celebró en el mítico circuito de Assen el año 2017. Demasiado tiempo para un piloto que nunca ha perdido las ganas de competir. Demasiado tiempo para un campeón que lleva tres años peleándose con una Yamaha con la que dejó de entenderse hace mucho.
El punto de inflexión lo marcaron su marcha a Ducati en el año 2012 –no se arrepiente, dice, “fue un reto: un piloto italiano con una moto italiana, hubiera sido un triunfo histórico”– y el accidentado final del 2015, de nuevo con Yamaha, cuando perdió el campeonato en la última carrera y después de protagonizar en Malasia un enfrentamiento, también inolvidable, con el hombre del momento, Marc Márquez. “Me entristece no haber ganado el décimo título, especialmente porque creo que me lo merecí”, apunta en referencia a aquella décima corona que se le escapó, presa de la presión, el día en que sacó de la pista al 93 de malas maneras.
Fueron sus dudas sobre si continuar o no el año pasado las que llevaron al equipo oficial de la fábrica japonesa a buscarle sustituto y fichar a Fabio Quartararo, hoy líder del campeonato. Cuando decidió que quería darse un año más de margen, Rossi encontró la mano tendida de la fábrica japonesa, que le ofreció una M1 oficial para que pudiera seguir compitiendo con las mejores armas aunque fuera en el equipo satélite Petronas. Pasada la mitad de la temporada de este 2021 sin un podio en el casillero, el corredor ha decidido que colgará el mono al término de este curso.
A su vida de piloto todavía le quedan nueve carreras hasta noviembre. Pero ya sabe qué es lo que más va a extrañar. “Voy a echar mucho de menos la vida de atleta. Levantarme cada mañana y entrenarme por un objetivo, por intentar ganar. Me gusta esta vida. Me gusta correr con la MotoGP, trabajar con mi equipo los fines de semana de carrera, desde el jueves, intentar arreglar todos los pequeños detalles para ser más rápido, trabajar con los ingenieros y con los mecánicos, revisar la telemetría. Voy a echar de menos esa sensación de los domingos por la mañana, ese no sentirte bien porque te atenazan los nervios dos horas antes de la carrera, porque no sabes cómo va a ir. Va a ser muy duro”, confesó, emocionado.
No le tembló la voz, pero se le quebró un poco el alma al contemplarse allí sentado, en una silla, ante un auditorio repleto y sin mesa mediante. Se queda con sus victorias, que fueron muchas, en la retina. “Algunas son inolvidables, puro placer. En ocasiones, reí durante una semana recordando una carrera”.
Y avisa de que seguirá compitiendo. En coche. Siempre le gustaron los rallies. Y quiere estar en las 24 horas de Le Mans. “Siento que soy piloto y que seré piloto toda la vida”.