Lella Lombardi, descubrió su pasión por el motor “por error o accidente”. Sucede que un día, mientras jugaba balonmano se fracturó la nariz, la trasladaron al hospital en un auto Alfa Romeo y desde ese minuto descubrió que manejar a toda velocidad era lo que quería hacer en la vida.
Comenzó manejando camiones repartiendo pedidos de la carnicería de su padre, y poco a poco quiso profesionalizar su carrera como piloto. En un ambiente absolutamente liderado por hombres, Lella Lombardi decidió cortar su pelo y masculinizar su apariencia, como una medida para frenar la miradas críticas de sus pares.
Fue en 1970 se consagró campeona de la serie italiana de Fórmula 850 y luego giró por el mundo en la Fórmula Ford México. Pero para ella no era suficiente.
Su ímpetu la llevó a ser la primera mujer en conseguir puntaje y correr en la Fórmula 1 y corrió junto a las figuras más veloces de la época, posicionándose como una de las pilotos femeninas más reconocidas del mundo.
Lella Lombardi, o “la tigresa de Turín”, como fue apodada, pasó a la historia de la máxima competición del automovilismo internacional, convirtiéndose no solo en una de las 5 mujeres que corrieron profesionalmente en la Fórmula 1, sino en la única en puntuar desde que se creó el Campeonato Mundial.